miércoles, 24 de junio de 2015

Oporto, un día más



Hoy tenemos todo el día para recorrer Oporto y nos levantamos un poco más tarde que otros días. Desayunamos tranquilamente y salimos a la calle sobre las 9.30. Hay una especie de niebla o bruma y hace bastante frío a estas horas.

Nos dirigimos hacia los jardines del Palacio de Cristal. Importante no perderse por el camino la librería Lello, en la Rua das Carmelitas. La fachada no es especialmente llamativa y nosotros nos la pasamos. Tuvimos que volver hacia atrás para buscarla, pero es impresionante por dentro. Además, está llena de carteles de “prohibido hacer fotos”, pero están permitidas de lunes a viernes de 9 a 10 de la mañana, por lo que es interesante verla a esta hora. Tiene una escalera central preciosa y estanterías antiguas llenas de libros igual de antiguos. 

Tras 15 minutos de paseo, llegamos al Palacio de Cristal y damos una vuelta por los jardines. Es un parque urbano, con abundante vegetación y un lago con patos, palomas, garzas, gaviotas y algo que nos sorprendió mucho por todo Portugal: pavos reales. Tienen un montón sueltos en todos los parques y jardines. Las vistas del río y los puentes desde el parque son bonitas.

Jardines del Palacio de Cristal

Salimos del parque y bajamos hacia la ribera del río. Callejeamos un poco perdidos hasta que llegamos abajo y, por fin, encontramos una parada de tranvía. Tras unos minutos de espera, llega pero cuando intentamos subir el maquinista nos informa de que no sirve la tarjeta de transporte que llevamos. Nos bajamos decepcionados, pero en ese momento llega el autobús 500, un bus de dos plantas que hace el mismo recorrido que el tranvía por la ribera del río, y sin dudar subimos corriendo. Nos instalamos en la segunda planta y, calentitos, disfrutamos del viaje hasta la zona de playas. La señal para bajarse es cuando veas las olas enormes romper contra los espigones cercanos a la playa. Nos sentamos un rato a ver el espectáculo. Hay un faro y la postal es preciosa.

Cogemos de nuevo el mismo autobús para volver. Ahora subimos desde la estación de Sao Bento hacia el Puente de D. Luis I. Preciosas las vistas desde el puente, a ambos lados, pero una de las mejores fotos se toma desde lo alto del funicular dos Guindais. 

A continuación, queremos bajar a una bodega y es cuando nos damos cuenta de que tampoco sirve nuestra tarjeta para el funicular, por lo que resignados bajamos andando. Nos enteramos que la mayoría de las bodegas cierran de octubre a marzo, por lo que volvemos cruzando de nuevo el puente, esta vez por abajo. Aunque no hacemos la visita de la bodega, la zona es bonita y merece la pena dar una vuelta por allí.

Después de comer, vamos a tomar el café a Majestic. El local es muy chulo y hay de cada personaje allí que alucinas, pero los precios son escandalosos: café, chocolate y una torrija 10 euros. En todo Portugal, hay muchísimas pastelerías y cafeterías con dulces riquísimos, no creo imprescindible ir a éste, pero bueno… un día es un día.
 
Volvemos al apartamento a descansar un poco los pies y a coger los trastos para hacer una sesión nocturna de fotos. Cogemos el metro que nos llevará de Sao Bento al otro lado del puente, en Jardín do Morro, y así evitar la subida. 



Pasamos un buen rato haciendo fotos: Puente de D. Luis I, catedral, estación de Sao Bento y avenida de los Aliados. Después de 10 horas pateando, llegamos al apartamento con los pies para amputar, pero ha merecido la pena.




Etapas del viaje:
Lisboa
Sintra
Oporto
Oporto, un día más
Conclusiones

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